viernes, 9 de noviembre de 2007

Teoría sobre las personas y los tomates

Seguro que todo el mundo se ha percatado, cuando a ido a hacer la compra, que la belleza inunda a las frutas, como por ejemplo al tomate, si se fija uno en el estante, les ve bien puestecitos todo bonitos, sin pupas en la piel, sin arrugas, bien lisitos, todos del mismo tono rojo, brillantes, es decir bonitos, bonitos. Así que uno sucumbe ante ellos y se los lleva a casa. Al preparar la ensalada se da cuenta de que todo lo que tienen de bonitos lo tienen de insulsos. Ante esto uno tienen dos opciones, seguir dejandose giar por la apariencia o buscar unos tomates de huerta de toda la vida, de forma amorfa, con un montón de arrugas y colores desiguales pero que realmente saben a tomate.

Pues bien con la gente pasa igual, después de intentar embellecerse y hacer millonarios a la clínica de estética, todo el mundo es igual, tiene el mismo culo, la mismas tetas, los mismos labios, etc... que el tipo o la tipa del catálogo de la clínica esteticista en cuestión. Y claro al igual que los tomates de diseño, son totalmente insulsos y aburridos. Con lo cual uno también tiene dos opciones, quedarse con la gente guapa, o buscar a los de toda la vida, los que no se han corregido los defectos de fábrica, pero que tienen su saborcito.

Así que cada cual sabra, por mi parte yo prefiero los tomates amorfos, y a la gente autentica, como yo, que soy naranja.

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