- Buenos días Fred
- Buenos días Astrid, ¿no está Lori?
- No, aún no ha venido y es extraño, es muy extraño, ya sabes que cuando hay comida de por medio es el primero en llegar.
- Si es raro muy raro, esperaremos un rato, por que no tomamos una cerveza mientras.
- De acuerdo.
- ¿Qué tal van vuestras investigaciones?
- Bien Fred, he estado investigando por distintos puntos de la ciudad estos días con Lori, pero no hemos encontrado nada concluyente.
- Ya te dije el otro día que la misión sería complicada, que iban a aprovechar estos días de barullo para mover la mercancía, con tanta gente por las calles es fácil pasar desapercibido. Espero que no hayais levantado sospechas.
- No se que decirte, Lori se empeña en ir a todos los sitios vestido de fallera con la banda de fallera infantil, y si yo no voy de fallera mayor se niega a llevarme en la moto.
- Esa es la idea Astrid, en plena fiesta ir vestido de fallera es una bonita manera de pasar desapercibidos, además con las bandas que os facilité de fallera mayor e infantil pretendí facilitaros el acceso a los distintos actos.
- Vaya por eso vienes hoy tu vestido de fallero, huertano o como se llame, estáis todos locos.
- Me está preocupando lo de Lori.
- A mi también, hace ya casi una hora que debería estar aquí.
- Voy a llamarle.
- Donde se habrá metido.
- No contesta. ¿sabes si salió esta mañana del hotel?
- Pues no, se supone que íbamos a repasar toda la información obtenida estos días cada uno en su habitación.
- Deje claro en la comida del el otro día que nos enfrentábamos a tipos muy peligrosos, a criminales de gran prestigio experiencia y que teníais que ser cuidadosos y manteneros en contacto el uno con el otro todo el tiempo.
- Si, si, jefe, yo lo he hecho todo el tiempo.
- ¿Os han estado vigilando?
- No creo, igual está dormido en el hotel.
- Vayamos a ver.
Seguía allí atado a la silla, cuando note un cierto cosquilleo en el refajo, como algo que vibraba,
ay, me hacía rosquillitas. Yo allí atado y Astrid y Fred poniéndose como el tenazas, que injusto
es el mundo. Yo allí solito y abandonado, viendo como pasaban los minutos en el reloj
cochambroso de la pared, imaginándome esa fideuá, salivando, recordando mis fartons
abandonados, ay. No puedo hacer otra cosa que suspirar.