viernes, 3 de abril de 2009

El caso fideuá VII

- Esta pasado este arroz esta pasado, se lo come tu madre, a mi o me das fideuá o nada.
- Creo que no estas en condiciones de exigir.
- Tu mismo.
- Vale, voy a ver si encuentro una.
- Dios, el cosquilleo este otra vez.

El malo, me había desatado las mano, así que aproveche para mirar en el refajo que era lo que me estaba dando tanto la tabarra, y allí lo encontré, mi móvil, ni me acordaba de el, lo metí en el refajo por que el vestido este no lleva bolsillos, y lo puse en modo silencioso para que nadie pudiera alterar mi almuerzo, pero mira, el gilipollas ese encapuchado me lo aguó.
Tenía un montón de llamadas perdidas de Astrid y Fred, habían llamado tanto que apenas tenía batería.
Llame a Astrid.
- Lori, Lori, ¿dónde estás?
- No tengo ni idea
- ¿Cómo que no lo sabes?
- Escucha apenas tengo batería, me han secuestrado y me tienen sin comer, he aprovechado que el tipo que me apunta con la pistola ha ido a buscar un plato de fideuá para mí para llamar.
- ¿Quéeeeeeeeeeee? – chillo mas que aterrorizado Astrid.
- Escucha ya viene, usad el localizador que llevo en la peineta del moñete para encontrarme, que digo yo que para algo les ponéis.

- Hola gordita.
- Gordita será tu puta madre.
- Veo que no cambias los modales.
- Cuanto mas hambre peor
- Enseguida estará aquí tu fideuá, así que vete haciendo memoria.
- La hago, la hago.


- Dios mío Fred, Lori está a punto de cantar todo, le van a dar comida.
- Que poca fe en el tienes, necesitamos encontrarlo.
- Dice que llevamos unos localizadores en los moñetes.
- Es cierto, no lo recordaba, una rubia bastante interesante se encargo de hacerlo, con el sistema de navegación que llevo en el coche enseguida daremos con el agente Lori, agárrate fuerte que acelero.
- Otro tarado, menos mal que por lo menos ahora vamos en coche con capota.


Que papelón, que me venía en malo con la fideuá y yo tenía que contarle algo de lo que no me había enterado, le pedí que me dejara comer, que estaba mareándome, que seguro que se me había bajado el azúcar que ya eran muchas horas sin comer, y por suerte el accedió, así que saboree la comida como nunca antes lo había hecho, pensando que quizás fuese la última, por que ese tipo se iba a cabrear mogollón cuando se enterase que yo no tenía ni idea de nada.
Se me acabó el plato y el tipo me miraba, me miraba muy mal, y me apuntaba con la pistola, es mas tenía pinta de ir a dispararla.
Entonces se abrió la puerta y allí aparecieron Astrid y Fred, apuntándoles con sus pistolas.
- No diré nada, no diré nada, prefiero morir a hablar.
Fred y Astrid redujeron a tipo, el cual confesó lo de mi secuestro, y donde se encontraban las armas con las que estaban traficando.

Todo se solucionó bien, pudimos disfrutar del resto de los días de fiesta y de una fideuá, así que allí nos encontrábamos, todos juntos comiendo, esa deliciosa y exquisita fideuá, había venido también Red a disfrutar de la fiesta.
Todos ellos estaba muy orgullosos de mi comportamiento, de que no hubiese revelado ningún secreto ni a cambio de comida y de cómo había ayudado a resolver el caso, me dijeron que era un paso muy importante en mi carrera, que esta actitud reforzaba su confianza en mi. Y comimos y comimos, y nos fuimos de fiesta, y allí estaba Fred intentado ligar, y yo que me vi allí tan mono de fallerita, me acerque a el y le dije, papá he pasado mucho miedo no me podrás pedir un agua de Valencia para que se me pase un poco el susto, que el de la barra dice que a menores no sirve, la rubia se largo para otro lado y Fred, un poco contrariado me acompaño a la barra y me pidió la consumición, me dijo, te perdono por que has sido una niña muy pero que muy buena.
Y la verdad es que me sentí muy orgulloso de mi, por no contar nada de lo que no sabía, es que cuando haces tu trabajo bien te sientes muy orgulloso de ti mismo.

jueves, 2 de abril de 2009

El caso fideuá VI

- Sigue sin contestar, por más que le llamo.

- Mira en esta mesa hay un katxi de horchata, un montón de farons y de otros tipo de bollos, esto solo es capaz de comerlo Lori.

- Eso es cierto, pero el nunca dejaría comida, eso es raro muy raro.

- Mira, por aquí hay un rastro de horchata y migas, sigámoslo (cuando me sacaron a rastras llevaba un farton mojado en la mano).

- Vaya se acaba en la puerta, voy a preguntar a alguna de las camareras a ver que saben.

- Yo volveré a llamarle.



El gusanillo vibraba cada vez con mas insistencia, y yo tenía miedo mucho miedo, que quería ese loco de mi, de que hablaron en la comida, yo no recuerdo nada, solo recuerdo el maravilloso sabor del arroz en mi paladar, ay que me matan.

- ¿Qué es lo que sabes fallerita?

- Ay, nada, no se nada.

- Eso es imposible, has estado todo el tiempo con ellos, te hemos seguido y lo hemos visto.

- Tengo mucho, mucho hambre, y no hablaré si no me das fideuá.

El tipo me encaró con la pistola, la planto a escasos metros de mi frente.

- Sin comida no hablo, y si mi matas no te podré contar nada.

Otra vez la vibración, me está preocupando.

- Aquí tienes un plato de paella recalentada que nos ha sobrado.

- Si no me desatas las manos no puedo comer.

- Está bien.




- No contesta, el capullo de él no contesta, ¿sabes algo Fred?

- Si, una de las chicas me ha dicho que lo metieron en un coche negro y se marcharon sin pagar.

- ¿Sabes a donde lo ha llevado?

- No, no tengo ni idea, pero creo que lo han secuestrado, si encontramos a Lori encontraremos también a los malos.

- Espero que Lori no cante

- Yo también.

- Lo que me da miedo, es que son casi las seis de la tarde y esté sin comer, este por un bocata de mortadela revela todo.

miércoles, 1 de abril de 2009

El caso fideuá V

- ¿Lori?, ¿Lori?, ¿estás ahí?

- Parece que no contesta, siempre ha tenido buen dormir. ¡LORIIIII!

- Vaya Astrid, buena garganta.

- Este tío no abre, esta puerta es de las de tarjetita, voy a ver si puedo hacer una opia, yo creo que si duplico el microchip de la mía, le hago un cambio de configuración de la entrada, y luego de la doble salida, después le puedo soldar en la parte posterior un circuito de…

- Ya está.

- ¿Cómo has abierto, Fred?

- Muy fácil, esta guapa chica de la limpieza me ha dejado la suya para que pueda entrar en mi habitación.

- Gracias señorita. Siempre igual Fred, siempre tonteando.

- No está aquí.

- No están las llaves de la moto, se la habrá llevado.

- Tiene aquí las páginas amarillas…

- Horchaterías, vaya casualidad, mira tiene esta señalada.

- Vamos al garaje del hotel a asegurarnos de que allí no este la moto y luego hacia esa horchatería.

- Voy a volver a llamarle.



Volví a notar un cosquilleo en le refajo, nunca había tenido esa sensación de hambre tan extraña, quizás por que ya eran cerca de las cinco de la tarde y aún estaba sin comer, por cierto el tipo este me había dicho que una hora y aún no ha aparecido por aquí. Me aburro.


En ese momento oí unos pasos acercarse tras de mi, se dirigió hacia mi, era el de antes, al menos la voz era la misma, y me dijo si ya sabía lo que le tenía que contar. La verdad es que no, no entiendo por que alguien iba a querer secuestrarme a mí.


- Mira gordita, me estas sacando de quicio.

- Te vas a llamar gorda a tu puta madre.

- Que niña más grosera.

- Yo a quien me ata y me priva de la comida eso es lo mejor que le llamo.

- Me vas a contar ya lo que os traéis entre manos os tú, esa fallera larguirucha y de una sola ceja y el otro tipo.

- Estamos disfrutando de estas maravillosas fiestas.

- Anda no me jodas bonita, haz memoria e intenta recordar los que os contasteis el otro día mientras comíais una paella.

- Pues que estaba buena, no recuerdo más.

- Dios, eres imposible, me estas poniendo de lo nervios.


El tipo saco una pistola y me apunto, que acojone, volví a notar una vibración en mi refajo, lo mismo era miedo en vez de hambre