sábado, 17 de octubre de 2009

El vino que bebe Asunción- El desenlace

Cuando bajamos del barcos nos fuimos a tomar un refrigerio a una de las terrazas que había en la Ribeira, mientras yo departía alegremente con Red, Astrid sacó su mini portátil, es un vaio muy mono que le cabe en el bolsillo, se puso a descargar las fotos en ese momento es cuando me dijo que las mías no valían para nada, solo para un álbum de fotos, que digo yo que si soy un turista para que las voy a hacer más que para el álbum, y con las suyas empezó a hacer la composición de lugar, y tu bonita, la dijo a Red todo borde, ya podías ayudar ya, entonces fue cuando Red se ofreció voluntaria a acompañarnos a las catas de Oporto en las bodegas, esta si que sabe, yo me alegre por que al fin tendría compañía divertida, Astrid hizo arrggg y dijo que en lugar de a un borracho tendría que aguantar a dos, a lo que apostillo, que parece ser que el único que se toma las cosas en serio y trabaja es el, y yo sentencié, que menos mal, por que sino no se que iba a ser de la humanidad, Astrid me miro mal, pero que muy mal.





Así que al cabo de un rato nos dirigimos los tres a las bodegas, por los visto te enseñan la bodega y luego por un módico precio de unos 3€, varía según las bodegas te hacen una cata con diferentes vinos de Oporto, la verdad es que hay un huevo de bodegas, fuimos a la primera nos la enseñaron, investigamos entre las cubas y botellas durante la visita, hicimos la cata, pero no encontramos nada, fuimos a la segunda y tampoco, y en la tercera menos, según Astrid, había recibido un mensaje de texto de Fred, diciendo que estaba en una de las barricas oculto el microchip, además acompañaba el mensaje con una foto de el entre la arena.




Según visitábamos las bodegas menos veíamos, más difícil se hacía todo, pero de mejor humos estábamos todos, total que no se ni en que bodega andábamos, veía un poco turbio, es lo único que recuerdo, cuando tropecé con unas barricas y se fueron todas a la mierda, se cayeron al suelo de golpe, hicieron mucho ruido me retumbo la cabeza, algunas rodaron y tiraron un montón de botellas, se monto un buen follón, entonces apareció un señor gritando al que no entendía pero que me molestaba mucho, por que cuanto más chillaba más me dolía la cabeza, así que le cogí por la pechera, le dije que se callara de una vez, que dejara de hacer ruido y que me diera las botellas, todas las botellas, las mejores botellas, para mí y para mis amigos, que les quiero mucho, pero mucho mucho, me dijo que no me daba más alcohol, que estaba borracho, así que le subí más alto y le dije que a mí, a mi no me dice ni Dios, lo que tengo que beber que ya lo se yo se sobra, más que de sobra, dame la botella que estamos buscando, tu superbotella, la más cara y especial, se ve que lo acojoné y se fue a por una botella, así que me trajo una botella que ponía vintage, el año lo tengo confuso, la miré y vi que tenía un tropezón, así que le dije la madre que te parió que estaré borracho pero no tonto, que me la das con cosas flotando. A lo que el tipo contestó, bastante pasmado, pero, pero esa es la botella que contienen el microchip con toda la información secreta, yo flipe mientras Astrid grito, ¡Ostias!, es un blasfemo el tío, y siguió gritando ¡Corre con ella Lori, huye!, y como estaba borracho le hice caso, es la única explicación que le encuentro.
Así que salí corriendo como buenamente pude, corrí hacia el Puente de Luis primero, creo que era, por que andaba un poco espeso, vi un funicular y me monte en el, por que me gustan mucho a mi estos chismes, me hacen mucha gracia, me subieron a un alto, no sabía donde estaba y empecé a deambular con la botella en la mano, eso sí estaba acojonado pero de muy buen humor, total que fui a parara a una comisaría de polaca no recuerdo si por mi pie o por que me recogieron borracho de alguna esquina, lo cierto es que estaba cerca de donde me dejó el funicular, les debí contar o de la botella, por que no me acuerdo, aparecieron por allí Astrid y Red, parece ser que la policía pilló a los malos, y nosotros en una borrachera épica salvamos el mundo, una pena que no estuviera Fred, le hubiera gustado, cuando volvíamos al hotel a dormirla, Astrid me abrazó y me dijo, “Lori, quiero que sepas una cosa, te has portado muy bien, y quiero que no te olvides de una cosa, eres mi mejor amigo”.


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