jueves, 15 de octubre de 2009

El vino que bebe Asunción 3

Me dediqué a pasear por Oporto sin tener nada claro lo que tenía que buscar, por o cual pase de todo, ya se apañara Astrid, que para eso va de espabilado, me paseé por la Rua de Santa Caterina, donde había mucha gente, muchas tiendas, adivina aquí quien es sospechoso y quien no, lo único que tenía yo claro que hablaban en portugués, de lo cual deduje que la mayoría serían portugueses, lo cual no era extraño, por que estaba en Portugal, así que por ahora no había nada extraño.
Pasee por la calle, vi muchas iglesias, esto tampoco me extraño, yo vivo en Burgos, y allí también hay muchas iglesias y curas, pensé que sería algo típicamente ibérico. Vi a taxistas en mercedes color crema, que iban a toda pastilla por las calles, no me pareció extraño, nada extraño, ya me subió a mi uno a toda pastilla hasta el castillo o fortaleza, palacio o lo que fuera de Sintra, lo único que recuerdo es que me puso los huevos de corbata, por que no frenaba en las curvas en forma de u que había, así que pensé que sería normal, y recordé que paso de montarme en taxi en este país.




Vi que tenían polvos por menos de 10€, esto si me pareció raro, por que Astrid dice que menos de 30€ no te cobran por un polvo en ningún lado, y encima en un restaurante, pensé que lo mismo es que los portugueses eran más liberales, así que entre a un restaurante y pedí un polvo, me llevaron a una mesa, me pusieron un plato y cubiertos, una copa de Oporto y me dijeron que enseguida me servía, me pareció muy extraño, pensé que quizás me encontraba en el buen camino, al cabo de un rato apareció una amable camarera que puso un maravillosos pulpo cocido sobre mi mesa, que estaba de lo más rico, entonces recordé, de cuando estuve en Lisboa que en portugués pulpo se dice polvo. Así que, no encontré nada raro, pero me fui con la tripa contenta.
Luego vi una tienda, que tenía tres plantas, la de entrada, la de arriba y la de abajo, que era como un sótano y en al que el escaparate iba subiendo y bajando de una planta a otra, y así iba cambiando, no se si me he explicado bien, hay cosas que son para verlas, esto era raro, pero no me pareció peligroso, hay cosas que no se le ocurren a cualquiera, pero de ahí a que sea un peligro para la seguridad mundial hay un gran recorrido.
Me fui a la orilla del río a la orilla del Duero, a la zona de la Ribeira, donde había un montón de gente, mucha mucha gente, turistas la mayoría, y vi el puente de Luis I, y vi unos barquitos que había allí parados con un montón de barriles de vino, que trajinaban a las bodegas de enfrente, entre tanto turista pensé y tanto barco va y viene lo mismo si se podría ocultar algo, se o contaré a Astrid.



Después subí a la zona de la catedral, donde o casualidad me encontré con Astrid, allí yo le conté mis pesquisas, y el me contó que había estado recorriendo las calles de Oporto, y que no había encontrado nada aparentemente sospechoso, que en una de las calles, había visto la foto de una mujer que le sonaba de algo, pero que no podía recordar quien era, me mostró una foto que había tomado de ella, y yo tampoco pude decir quien era, pero me sonaba de algo, yo creo que la había visto en alguna revista de petardeo, lo mismo era la belén Estaban esa. No se, ni a el ni a mi nos gustan esas historias.




Que había ido a una librería, donde había muchos turistas, y que no había visto nada, pero que se había pasado un rato interesante fisgando entre los libros, a ver si te llevo a verla me dijo.




Pero a el como a mi, le había parecido extraño el trajín de barcos que había en el río, mientras
conversábamos recibió un mensaje de Fred, que le pedía que nos pusiéramos en contacto con el. Así que subimos a una casa vieja en la que ponía Internet 1 hora 50 céntimos, había muchas casas de estas por Oporto, y un Indio nos dejó un ordenador, y vía msn, contactamos con Fred, que estaba recalentado de las vacaciones, y que en algún rato de aburrimiento había estado investigando, nos dijo que había obtenido una valiosa información, el microchip se encontraba en una de las múltiples bodegas, hay un huevo de ellas, de vino de Oporto, este microchip iba a ser envasado en una de ellas, y seria expedido en un contingente de exportación a su destino, debíamos encontrarlo lo antes posible, quién sabe, dijo, si no ha sido sacado ya del país. Nos sugirió que al día siguiente nos vistiésemos de turistas y actuásemos como tales, esta según Fred, era la mejor manera de pasar desapercibidos e investigar.




Después nos fuimos al Hotel, donde estuvimos Astrid y yo viendo la tele un rato juntos y hablando de nuestras cosas, después fuimos a dormir, puesto que preveíamos una larga jornada.

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