- Sigue sin contestar, por más que le llamo.
- Mira en esta mesa hay un katxi de horchata, un montón de farons y de otros tipo de bollos, esto solo es capaz de comerlo Lori.
- Eso es cierto, pero el nunca dejaría comida, eso es raro muy raro.
- Mira, por aquí hay un rastro de horchata y migas, sigámoslo (cuando me sacaron a rastras llevaba un farton mojado en la mano).
- Vaya se acaba en la puerta, voy a preguntar a alguna de las camareras a ver que saben.
- Yo volveré a llamarle.
El gusanillo vibraba cada vez con mas insistencia, y yo tenía miedo mucho miedo, que quería ese loco de mi, de que hablaron en la comida, yo no recuerdo nada, solo recuerdo el maravilloso sabor del arroz en mi paladar, ay que me matan.
- ¿Qué es lo que sabes fallerita?
- Ay, nada, no se nada.
- Eso es imposible, has estado todo el tiempo con ellos, te hemos seguido y lo hemos visto.
- Tengo mucho, mucho hambre, y no hablaré si no me das fideuá.
El tipo me encaró con la pistola, la planto a escasos metros de mi frente.
- Sin comida no hablo, y si mi matas no te podré contar nada.
Otra vez la vibración, me está preocupando.
- Aquí tienes un plato de paella recalentada que nos ha sobrado.
- Si no me desatas las manos no puedo comer.
- Está bien.
- No contesta, el capullo de él no contesta, ¿sabes algo Fred?
- Si, una de las chicas me ha dicho que lo metieron en un coche negro y se marcharon sin pagar.
- ¿Sabes a donde lo ha llevado?
- No, no tengo ni idea, pero creo que lo han secuestrado, si encontramos a Lori encontraremos también a los malos.
- Espero que Lori no cante
- Yo también.
- Lo que me da miedo, es que son casi las seis de la tarde y esté sin comer, este por un bocata de mortadela revela todo.
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