- ¿Lori?, ¿Lori?, ¿estás ahí?
- Parece que no contesta, siempre ha tenido buen dormir. ¡LORIIIII!
- Vaya Astrid, buena garganta.
- Este tío no abre, esta puerta es de las de tarjetita, voy a ver si puedo hacer una opia, yo creo que si duplico el microchip de la mía, le hago un cambio de configuración de la entrada, y luego de la doble salida, después le puedo soldar en la parte posterior un circuito de…
- Ya está.
- ¿Cómo has abierto, Fred?
- Muy fácil, esta guapa chica de la limpieza me ha dejado la suya para que pueda entrar en mi habitación.
- Gracias señorita. Siempre igual Fred, siempre tonteando.
- No está aquí.
- No están las llaves de la moto, se la habrá llevado.
- Tiene aquí las páginas amarillas…
- Horchaterías, vaya casualidad, mira tiene esta señalada.
- Vamos al garaje del hotel a asegurarnos de que allí no este la moto y luego hacia esa horchatería.
- Voy a volver a llamarle.
Volví a notar un cosquilleo en le refajo, nunca había tenido esa sensación de hambre tan extraña, quizás por que ya eran cerca de las cinco de la tarde y aún estaba sin comer, por cierto el tipo este me había dicho que una hora y aún no ha aparecido por aquí. Me aburro.
En ese momento oí unos pasos acercarse tras de mi, se dirigió hacia mi, era el de antes, al menos la voz era la misma, y me dijo si ya sabía lo que le tenía que contar. La verdad es que no, no entiendo por que alguien iba a querer secuestrarme a mí.
- Mira gordita, me estas sacando de quicio.
- Te vas a llamar gorda a tu puta madre.
- Que niña más grosera.
- Yo a quien me ata y me priva de la comida eso es lo mejor que le llamo.
- Me vas a contar ya lo que os traéis entre manos os tú, esa fallera larguirucha y de una sola ceja y el otro tipo.
- Estamos disfrutando de estas maravillosas fiestas.
- Anda no me jodas bonita, haz memoria e intenta recordar los que os contasteis el otro día mientras comíais una paella.
- Pues que estaba buena, no recuerdo más.
- Dios, eres imposible, me estas poniendo de lo nervios.
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