jueves, 2 de septiembre de 2010

EL VERANO EN EL QUE COLECCIONÉ PULSERAS.

Aunque aún no ha acabado el verano, aunque aún me quedan festivales, he decidido empezar la crónica festivalera de este verano, un verano que ha sido especial para mi, por que nunca, nunca antes me habían llevado a tanatos festivales, tan distintos y tan lejanos unos de otros, creo que a estas alturas acumulo entorno a 3000 km recorridos de festival en festival.
Había pensado empezar a escribir después del Ebrovisión, aun pendiente, pero he cambiado de idea, ya que la mano que me porta y me transporta se va a hacer el Camino de Santiago, eso si, me ha prometido estar de vuelta para llevarme al Ebro, yo había pensado en apuntarme al Camino, pero la cosa es, que en Galicia llueve, y que yo soy tan bonito que lo mismo, los gallofos me quiere robar. Así que aunque no esté físicamente estaré en espíritu y lo mismo lo narro en este blog, ya veremos.
Volviendo a los festivales, decir que el verano es mi época favorita del año, es en la que mas me pasean, y en la que se concentran todos los festivales, y como ya he dicho este verano ha sido para mi de lo mas especial, puesto que he estado en muchos festivales, así que empiezo a relatar por el primero.
SÓNAR
A alguien se le ocurrió que ir a Barcelona, unos 600 km desde mi residencia habitual, un fin de semana a ver a Jónsi, era una idea de puta madre, así que compraron las entradas en marzo y reservar hotel, y mientras el resto de la humanidad iba allí a ver a los Chemical a mi me llevaban a ver a Jónsi.
Se me hizo largo para que negarlo, desde marzo hasta junio, faltaba mucho, pero que mucho tiempo, pero el día acabó llegando, así que empaquetaron las cosas y a mi me sujetaron con el cinto en la parte trasera del coche, como no, con mi amigo Blas.
Así que salimos de viaje camino a Barcelona, todo iba bien, hasta que copio el coche el Blas, nunca me fié de el, la Epi por lo menos tiene experiencia conduciendo por las eras y caminos rurales, con lo cual derrapa y contravolantea con mucha mas soltura, siempre me han gustado los rallys y a ella también, me consta. Pero el Blas, el Blas, como decirlo, de pladur sabe un huevo, pero de caminos rurales no, así que va y le empieza a vibrar el coche, yo pensé que nos habían puesto masaje, que nivel, pensé, eso si, vaya mal que se oyen las cassettes, que entre lo que se enganchan y la vibración te quieres morir. Parece ser que no era que nos hubieran puesto masaje en el coche, ya me parecía a mi, demasiado lujo para un utilitario, sin duda, así que me pararon en un área de servicio en los Monegros, por cierto un vergel, en serio, un vergel, que había un huevo de maíz plantado, con dos cojones y un palito, y lo regaban a todo el retostero, se acabó la miseria, y lo mismo el agua también, que siempre he pensado yo, que mientras tengamos vino, eso no es un problema.
Parece ser, que se había pinchado una rueda, y parece ser, que entre los dos individuos no podían cambiarla, es lo que tienen los españoles, que son endebles, menos mal que paró un bigardo alemán en el área de servicio y muy amablemente, con nosotros, no con la rueda por que vaya palos metía para aflojar las ruedas, así que, una vez solventado el problema, llegamos a Barcelona.
Me llevaron a un hotel muy bonito junto al recinto del festival, eso si, antes de llegar el concierto me llevaron a dar una vuelta por Barcelona, yo ya había estado, pero vi sitios nuevos y me llevaron a otros en los que ya había estado, me dio el solete, y me pasee un rato, y me dieron de comer cosa muy importante.
Estaba muy nervioso y por fin me metieron al bolso con Blas para ir al Sónar, que nervios. Es raro cuando voy en el bolso, oigo las conversaciones, pero no veo, noto los baches y los tropezones de la portadora, pero no veo, y normalmente cuando me abren estoy dentro del recinto en primera fila para ver el concierto en cuestión. Pero esta vez pasó algo especial, vi la luz al final del túnel, y oí, “¡Hostia, Epi y Blas!”, así que nada como chicos educados que somos saludamos al de seguridad que revisaba como una linterna el bolso, antes de Jónsi vimos alguna actuación más, como a Bryan Ferry, que seguro vivió tiempos mejores.
Así que poco después fuimos a ver a Jónsi, tomamos posiciones y algo raro pasó allí, no era un concierto normal, no lo era, de pronto uno entraba como en trance, nadie se podía mover, era una sensación extraña, nadie absolutamente nadie bailaba, estábamos todos quietos, sin poder quitar la vista del escenario, envueltos por una extraña sensación, en las caras de la gente solo se veían sonrisas, y ojos iluminados, una sensación de felicidad general invadía en ambiente, y poco a poco nosotros estábamos mas cerca de la primera fila, y entonces empezaron a brotar lágrimas de felicidad de los ojos de la gente, he ido a muchos conciertos, pero en ninguno he sentido nada así, y cuando tocó Grow Till Tall, para acabar el concierto, entonces, entonces, sentir vibrar todo mi cuerpo, sentí vibra mi alma, sentí un subidón, un colocón, un chute de felicidad indescriptible, y entonces piensas, desde luego que ha valido la pena el viaje, recorrería el mundo otra vez por experimentar otra vez una sensación similar, y la verdad que no se si lo estoy describiendo bien, es muy difícil, y yo me fui a la cama más feliz que nunca.
Al día siguiente pasee por el parque Güell, por las Ramblas, por el puerto, me monte en una Harley, hice muchas cosas, fue un gran viaje, solo me queda una espinita no haber podido ver a Marta, aunque espero que pueda ser otra vez.
(Próxima publicación: BBK live)


Prueba de que estuvimos en el sónar (ver atentamente el video, aparecen nuestras cabeza)